Conocernos

Conocernos

 Poco a poco vamos creciendo y nos damos cuenta de que no todo es color de rosas, y muchas veces tenemos más gamas de grises que de rosas. 

De pequeños todos soñamos con una vida ideal, un trabajo perfecto, la casa de nuestros sueños, una mujer o un marido estupendo, con dos hijos guapísimos y un perro que quede perfecto en la foto familiar anual, pero… ¿cuánto tardas en darte cuenta de que esa vida soñada, ya no la quieres? De que poco a poco te vas conociendo y encontrando qué es lo que verdaderamente quieres. 

Normalmente en la adolescencia empiezas a descubrirte un poco más, a encontrar tus gustos, tus preferencias, tus competencias, y es ahí dónde poco a poco vas marcando tu rumbo. Pero, ¿y qué pasa si no nos gusta lo que nos encontramos?. 

Pues resulta tan obvio, que a veces nos cuesta. Cambiar, reconectar, volver a intentar, y así hasta que verdaderamente nos vayamos descubriendo. Y es que el mero hecho de conocerse, ya de por sí es un acto de valentía, porque solamente tú vas a estar contigo mismo. 

conocernos

A día de hoy es súper importante saber quién eres y conocerte a ti. Vivimos en una sociedad en la que queremos ser aceptados por la mayoría, y con toda la tecnología que tenemos a nuestro alcance, todos tenemos esas figuras idealizadas en las que nos queremos convertir, y nos dejamos atrás a nosotros mismos. 

Enfréntate a tus miedos, a tus fantasmas, crece, encuéntrate. Haz un camino de autorrealización personal. Nunca te compares, cada uno madura y vive a su debido tiempo, porque nunca dejamos de conocernos, seguimos creciendo, madurando y aprendiendo a medida que nos vamos haciendo mayores. 

Como dijo Virginia Woolf: “No hay necesidad de apresurarse, no hay necesidad de brillar, no es necesario ser nadie más que uno mismo”. 

Filosofía de un muñeco

Filosofía de un muñeco

¿Cuál es la filosofía de un muñeco?

¿Somos como marionetas?

Vamos, esto es muy fácil. ¿No lo ves?

Sólo tienes que extender la mano, coger el ridículo muñeco que no mide más de veinte centímetros de altura y, a continuación, jugar. Porque es muy sencillo: hará lo que quieras, dirá lo que desees . Tú pondrás su voz, por supuesto. Y se moverá hacia dónde lo dirijas. Obviamente, tú lo harás caminar y lo sostendrás para que no se caiga de sus ridículas piernas de plástico. 

¿Qué haces si su ropa no te gusta? ¿Si no le sienta bien, si no te convence el modelo o si la situación requiere de otras prendas más o menos formales? Cambiársela, claro, porque él no hará el esfuerzo de vestirse por sí mismo. No lo olvidemos, es un simple muñeco que no puede moverse, como cualquier Barbie. 

Podríamos considerarte de esta forma su creador, su Dios, el que le ha dado un sentido a su sociedad individual. Pero no tendría sentido, porque nosotros mismos somos como muñecos a los que enseñar, como ideologías plagiadas que carecen de corazón y raciocinio.

A nadie le importa si sufrimos, si lloramos o si morimos de inanición; porque lo importante es cumplir las expectativas que se tienen sobre nuestra sumisa persona. Y si te rebelas, pierdes o ganas; siempre es así. 

Pero la tendencia es hacia la perdición. 

Somos un producto manipulable. Ellos nos controlan.

Nosotros somos los inteligentes, los pensantes, los que vamos más allá de una idea y la transformamos dándole diversas formas a nuestro antojo.

Nosotros somos los que vemos y los que juzgamos, los que reímos, los que lloramos y los que sentimos. Nos empeñamos en cerrar los ojos, en no ver las realidades, en escapar de ellas, o nos aferramos a aspectos subjetivos que nos parecen irrefutables pero que, sin embargo, no sabemos sostener sin caer en el «porque sí».

Filosofía de un muñeco

Nosotros somos los que tenemos que aprender a ver y a tener los ojos abiertos. ¿Somos tan humanos como queremos hacer creer, o somos el animal más animal de todos los tiempos?

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Filosofia de un muñeco
El otoño.

El otoño.

Hace tiempo que no escribo. -¡Lo siento!

Eso no quiere decir que en este tiempo, he estado parada. Aunque la verdad, he tenido mi tiempo muy consumido.

Las personas PAS nos centramos tanto en nuestros objetivos que nos olvidamos del resto. Porque funcionamos por estímulos.

 

Lo que no vemos, para nosotras no existe.

En mi mente, normalmente, las imágenes corren de un lado a otro.

Aparecen, desaparecen, vuelven a aparecer, se juntan y luego de repente se paran y aparece un gran silencio.

Puedo estar echada en el suelo, cerrar los ojos y dejar que las imágenes se liberen, como si fueran una película.

Parte de las imágenes que vienen a mi mente, son de los paisajes, flores y recuerdos que guardo.

 

Los colores en y la naturaleza.

La primavera es la estación de las flores.

¡Me encantan las flores! Lo sé, soy muy sensible. Qué le puedo hacer.

Mayo es el mes de las flores. Es un mes en el que me encanta salir a caminar.

 

El otoño.

La mayor parte de las flores silvestres han desaparecido.

Las hojas de los árboles que antes eran verdes, ahora tienen un tono marrón y rojizo. 

Me gusta sentir el calor en la cara.

Hace un poco de aire frío.

Se nota la humedad, estos días ha llovido.

 

Mientras camino, me voy fijando en los colores del campo.

Los árboles están mudando las hojas, que ahora son de tonos marrones y rojizos.

 

As aldeas.

Nas casas, no campo ou nas aldeas acéndense as lareiras queimando a leña.

As chemineas fuman, agora cheira a fume. É un cheiro moi agradable, gustame moito.

Dáme a sensación de calor, da casa. Agora síntome moi cómodo. Podo escoitar os paxaros cantar, lonxe, preto, lonxe de novo…

 

Sinto…

A calor na cara, a sensación de humidade, os tons avermellados das follas, o cheiro a fume e o canto dos paxaros.

Os cans da casa, afeitos a verme pasar, achéganse aos valados para cotillear. Non me ladran, só miran. Ás veces miran ao lonxe e ladran. Cando miro vexo que alguén vén de verdade.


Para eles tamén formo parte da paisaxe. A herba ten un cor verde brillante. A luz ten un ton amarelado.
Neste momento o sol está máis baixo e a luz destaca máis as cores e as sombras son máis longas.

Desde as zonas altas, pódese ver como brilla o todo do campo.
É unha imaxe moi fermosa, coma un mar verde brillante, movese co vento, coma se estivese vivo.

 

Cae el sol.

Algo dentro de mí se inquieta. Me avisa de que es conveniente que me dé prisa.  

Sigo caminando… el sol cae, hay zonas en sombra y empiezo a sentir el frío y la humedad.

Mi intuición una vez más, me dice que es hora de volver. 

 

Camina siempre.

Camina siempre acompañada de personas que te quieran bien.

En el fondo la vida es muy sencilla, evita en lo posible complicarte.

 

Espero que este relato breve te haya gustado tanto, como a mí escribirlo.

¡Gracias por haberme dedicado tu tiempo!

 

Necesito respirar

Necesito respirar

Necesito respirar
Descubrir el aire fresco
Y decir cada mañana
Que soy libre como el viento

 

Rememorando a uno de los mitos de la música del llamado «rock andaluz», Medina Azahara, seguro que más de uno clama estas frases al cielo últimamente.

Acostumbrados a vivir deprisa, a no disfrutar de las pequeñas cosas porque «llegábamos tarde» a algún otro lado… este golpe de realidad va a ser toda una lección de vida.

Volver a disfrutar de los abrazos, de sentir la energía que transmitimos con ellos, de los besos, de las caricias… Será como volver a sentir todo por primera vez. Os animo a hacer un anclaje de estas emociones, para poder recuperarlas en cualquier otro momento que lo necesitéis. Los que habéis asistido a algún taller o sesión conmigo, seguro que me habréis escuchado hablar de esta herramienta. Si algun@ quiere saber más sobre ella, podéis enviarme un mensaje y organizamos una videoconferencia. Solicitar videollamada

Personalmente, contar con estos anclajes me está resultando de gran ayuda durante este confinamiento. Aunque no he dejado de trabajar, ya que parte importante de mi trabajo se desarrolla online, sí que se echa de menos el contacto físico con la familia, los amigos, en las formaciones… Entre reuniones de trabajo y videollamadas con mi gente, no me queda mucho tiempo para sentirme sola, la verdad. Acostumbrada a estar lejos físicamente de ellos, en el día a día no es novedad. Disfruto mucho de mi soledad: he aprendido a llevarme muy bien conmigo misma. Pero los anclajes, como las vacunas, necesitan dosis de recuerdo, y ya va tocando…

Volver a sentir el aire del mar, para mi es vida, es paz. Mi mejor medicina, la más efectiva de las vitaminas. Tengo ancladas muchas emociones desencadenadas en estos momentos. Para mi recuperar estas sensaciones, aunque se produzcan sólo en mi cabeza, son la mejor forma de concentrarme estos días.

Y vosotros: ¿cuáles son esos momentos que os gustaría recuperar?, ¿esos momentos en los que sentíais que todo era perfecto?

El cerebro necesita también dosis de energía, momentos de liberarla para generar más. Yo lo consigo con deporte, acompañado como no: de música. Posiblemente mis vecinos prefieren que me centre en los anclajes, que son más silenciosos… En atención a ellos: voy variando las play list para darle gusto a todos 😉

Sé que esto pasará, que es una etapa más de la que tenemos que aprender. También sé que a algunos esta visión positiva de la situación, le puede parecer poco realista. Pero, sinceramente, estar pendiente de las noticias con el recuento de bajas en el frente todo el día… no me aporta mucho. O al menos no mucho positivo. Lamento muchísimo la situación, y me apena enormemente que además de perder a seres queridos, no se pueda despedir uno de ellos… Estar informado es importante, por supuesto, pero como todo: si algo te hace daño, no abuses de ello. Sólo las dosis justas. Cada uno decide cómo pasar su día, cómo pasar su vida. ¿Cómo la quieres pasar tú?

Yo decido pasarla con una sonrisa, que aunque sólo me la vea la pantalla de mi ordenador, me hace sentir mucho mejor 🙂

Estoy segura de que conocéis la canción: os animo a que cojáis vuestros micros imaginarios, subáis el volumen y hagáis una sesión de desestrés. Si alguno quiere compartir su sesión karaoke, sería estupendo!

Un abrazo virtual!

 

Un recuerdo mágico.

Un recuerdo mágico.

Me agacho al suelo y toco las hojas con las manos.

Son rugosas y tienen pequeños bultitos. Son preciosas, todas ellas son perfectas, todas diferentes.

Me parece fantástico el abanico de colores que tienen. Como pasan del verde, amarillo, blanco, naranja marrón y rojo.

Miro el paisaje como si fuera la primera vez que lo veo.

 

Siento calor en la cara.

Cierro los ojos y levanto la cabeza, para poder oler el aire.

Inspiro fuerte. Meto todo el aire que puedo en mis pulmones. Siento como el pecho se me hace grande.

Siento como se hincha y como yo me hago grande, acostumbrada a sentirme pequeñita, ahora me siento grande y fuerte.

El aire es fresco.

 

La imagen.

Intento guardar la imagen de lo que me rodea en mi memoria. Quiero guardar este momento, congelarlo.

La hierba tiene un color verde.

El viento se posa sobre la hierba y la acaricia, suavemente. Escucho el ruido que hace, es como un susurro.

 

El viento.

Ondula la hierba, haciendo formas en movimiento…

La hierba, se parece a una bandada de golondrinas, haciendo formas mágicas, moviéndose.

Ondulando, dando vueltas y volviendo al mismo sitio, una y otra vez. Acompañado todo este movimiento de un susurro.

 

Inspiro.

Vuelvo a hacer una inspiración profunda y me agacho al suelo, poniéndome de cuclillas, con las palmas de las manos hacia abajo. 

Siento como la vibración de los hilos de hierba, hace cosquillas en la palma de mi mano… Me encanta, es una sensación muy agradable que me hace sonreír…

Me siento como una niña pequeña, divirtiéndose, con sus travesuras y fantasías….

Siento como esa vibración sube desde la palma de mis manos, pasa por la yemas de los dedos y recorre toda la palma, acariciándola suavemente hasta llegar a las muñecas y sube por el antebrazo.

 

Sentir.

Sentirme viva.

Cierro los ojos, con la intención de que mis sentidos se hagan más sensibles.

Quiero grabar este momento, quiero recordarlo.

Este será mi recuerdo y lo guardaré en mi jardín secreto.

Donde guardo mis fantasías que me ayudan a vivir. Mis recuerdos.

 

Siento como el aire acaricia mi mano, mientras acaricia los hilos de la hierba.

Siento el sol en la cara, que poco a poco se me va calentando y me pica un poquito.

Tengo los ojos cerrados, así me puedo concentrar un poco más en todo lo que me rodea.

 

Extiendo la otra mano, hacia el suelo, hacia la tierra en la que están las raíces. Después de un rato, siento la corteza del tronco de un árbol, sobre la palma de mis manos.

 

Espero que este relato breve te haya gustado tanto, como a mí escribirlo.

¡Gracias por haberme dedicado tu tiempo!