por Valentín Pablos Baranda | Mar 3, 2020
Quien odia, sufre más que tú.
“El odio y la rabia es una expresión pobre del amor”.
Bert Hellingert.
La vida sabia y maravillosa como siempre, nos enseña.
Sutil en sus formas, con movimientos libres y espontáneos, nos presenta todas las veces que lo necesitemos, lo que no queremos ver. Y una vez que pensamos que hemos pasado por ello, nos lo recuerda, para comprobar si hemos aprendido la lección.
Odiar supone perderse muchas cosas. Y centrarse en lo negativo de la vida y de las personas.
Una de las frases más correctas que me han dicho, “creo en el karma y al final la vida nos trae todo aquello que es consecuencia de nuestros actos”.
Por ello creo que es importante lo que viene a continuación.
Tan sólo para que tengamos presente, las posibles consecuencias que nos puede traer en la vida, odiar.
“Personajes héroes”.
Ver películas basadas en el argumento de la venganza. Lo que viene a ser… personajes héroes, en una cruzada personal.
Me gustaría hablarte del odio, según mi percepción; después, puedes elegir en qué emoción y sentimientos quieres estar para manejar las relaciones sociales de tu vida.
“Quien odia, sufre más que tú, ¿lo sabías?”.
El odio según mi opinión es un veneno, que puede hacer daño a otras personas pero también a la persona que odia.
“El conflicto como consecuencia del odio”.
Para mí, el conflicto es consecuencia de emociones como el odio, la ira, el resentimiento.
La búsqueda de venganza o reparación de un daño, según mi experiencia, es consecuencia del odio. Al final el que busca la paz evita el combate en el que sabe todas las partes pierden. Aunque aceptar la paz, le pueda suponer una pérdida.
Podemos poner como ejemplo el caso del Dalay Lama exiliado y su actitud frente a este asunto.
«El conflicto como una forma de enganche».
Estas personas están en conflicto, para en el fondo, no dejar ir a la persona, centro de su atención. Lo que en un principio parece una contradicción.
Continuamente mencionan al ser odiado, que quizá antes sería amado o anhelado. Y por algún desengaño se convirtió en centro de su ira.
Las personas que utilizan el odio o el conflicto, son aquellas con las que sin darnos cuenta discutimos, cada vez que hablamos.
Son esas personas, que en el momento en el que no decidimos discutir, nos bombardean o pinchan con pequeños comentarios, que poco a poco nos sacan de nuestro centro.
Difunden rumores o hechos que nunca sucedieron y que en algunos casos rayan lo estrambótico y la fantasía.
Evitar a estas personas, produce el efecto contrario, que vallan en tu busca, con la intención de revivir el conflicto.
Y es que para ellos no hay mejor día que ese en el que te pueden recordar lo mala persona que eres y lo frustrados que pueden sentirse por tu culpa.
Este comportamiento, puede ser un tipo de dependencia emocional, basada en lo negativo. Y reconozco que les funciona, ya que generan tanta culpabilidad en las personas que al final consiguen centrar su atención.
“Yo pienso y siento, con lo bonito que es vivir y amar. ¿Para qué vamos a perder el tiempo odiando?”.
“Odiar es de pobres. Amar es de personas ricas”.
“Dolor y malestar”.
Pero claro, todo cambia cuando te das cuenta de qué es lo que motiva este comportamiento.
Su dolor, el malestar, el sufrimiento… que ellos sienten.
Siento decirte que no eres la persona responsable de ese malestar, aunque te lo intenten hacer creer. Probablemente ese malestar es propio de la persona que odia y hace tiempo que está ahí. Tu, tan solo eres, el blanco de sus críticas. Por lo que difícilmente, podrás hacer nada para solucionarlo, más que empeorar la situación. Con esto quiero decir, que el diálogo y la asertividad, por desgracia y aunque me duela reconocerlo, no son una solución en este caso.
Así que lo mejor es que pongas cierta distancia de seguridad, emocional y física, por tu seguridad.
“El odio es una expresión pobre del amor. Siendo lo contrario al amor, la indiferencia”.
Bert Hellinguert,
“¿Para qué?”.
Pero, ¿para qué se utilizan estas estrategias? ¿Qué beneficios tienen?
Entiendo que el odio puede tener varios beneficios para las personas que lo practican.
Por un lado, permite hablar de una persona continuamente y centrar la atención. Esto puede ser muy útil, lo que podría ser un ejemplo de dependencia emocional.
Es una manera de no dejar ir a la persona, dejarla libre.
Ya que dejar libre a una persona supone tener una actitud de indiferencia.
Una manera de llamar la atención y monopolizar una conversación. “Hola estoy aquí… y tengo problemas”. Y es que normalmente solemos prestar atención a los problemas de otras personas y esto lo saben, porque les ha funcionado en otras ocasiones.
Pude servir para justificar su comportamiento. Me siento así por “culpa” de esta persona.
Estoy de mal humor por culpa de…
Evitar la responsabilidad en los propios actos y las emociones propias.
Uno de los beneficios que me resulta más impactante, es el aislamiento y control que son capaces de generar. Cuando se odia o difama a una persona se consigue lo que se pretende es aislarla. Esto es muy beneficioso para las personas que entienden que la persona odiada es de su poder o quiere mantener un control sobre las personas a las que les cuenta el relato. Así consiguen el rechazo social de la persona odiada y se aseguran el control de la situación.
Otros beneficios de este comportamiento pueden ser, evitar hablar de temas importantes o de los propios problemas. Lo que se llama evitación fóbica o evitar hablar de la responsabilidad real, personal, en el conflicto. Yo hice….y esto trajo como consecuencia….
Puede ser un problema de proyección. Atribuir emociones, sentimientos, acciones o comportamientos a la otra persona que nunca hizo. Pero que la persona proyecta sobre la otra persona odiada.
“Solo Dios sabe cuanto odio hemos cumulado en el tiempo, cuando lo único que tenemos es el Amor».
Ríe, salta, llora.
Vive, siente, ama.
Ama sincera y profundamente; con respeto.
Como si fuera la primera vez.
Sin memoria.
Con todo el Alma.
Ama, vive y respeta.
«Quien Ama, no odia».
«Quien no está en el odio, no se defiende, porque no tiene de qué defenderse».
por Valentín Pablos Baranda | Feb 18, 2020
Hoy me he levantado, descansada.
Han sido unas semanas muy duras.
El trabajo y la búsqueda de nuevas oportunidades, me han tenido ocupada y con estrés.
Han pasado muchos días desde la última sesión con la Coach.
«Una nueva forma de ver la vía. Orientada siempre a los objetivos».
“Un objetivo es un sueño, al que le ponemos una fecha”. De forma resumida.
Claro que un objetivo realmente es mucho más.
Me sorprende ver a personas que esto lo hacen de forma “natural”. Personas que tienen un sueño y lo convierten en objetivo. Y así poco a poco van completando el círculo. Tienen otro sueño y lo convierten en un objetivo. Un día le ponen fecha y continúan trabajando para conseguirlo.
Ahora he podido observar, que este tipo de personas aprovechan las oportunidades. No se lo piensan o por lo menos no están tan centradas en las dificultades.
Pensar mucho, puede suponer un problema a la hora de plantear un objetivo o buscar una meta.
Hoy está lloviendo y he decidido descansar. Creo que intentar tener muchas actividades al final me ha estresado demasiado.
Leí en un libro que en la cultura tradicional japonesa, se observaba la lluvia.
Ahora estoy frente a la ventana, miro la lluvia como cae. Es como una especie de cortina. Voy respirando poco a poco. E intento centrarme en las gotas de agua. Veo como rebotan contra un tejado y salpican. Intento controlar mi respiración. Dicen que esto es bueno. Respiro poco a poco. El ritmo es lento, cada vez es más lento.
Sigo centrada en las gotas de lluvia como caen sobre el tejado. Reconozco que lo que antes me parecía un día gris, ahora no me lo parece tanto.
El aire se lleva las gotas de agua finas y hace como una especie de cortina que se va moviendo.
Simplemente la observo, sin fijarme en nada más.
……
Podría haber elegido la televisión, para pasar este momento, podría haber llamado a una amiga o haberme ido a comprar.
Esta vez he decidido, simplemente sentarme a observar. Solo eso. Tan sólo observar, sin analizar, sin sacar conclusiones. Sin pretensiones.
Puede parecer algo absurdo, pero cuántas veces y horas al día hago esto frente a los medios.
Me siento y paso horas consumiendo información, anuncios (consumo), historias de otras personas (realitys)… sin filtrar o filtradas por quién sabe y con qué intención.
Realmente qué tiene que ver toda esta información, que me ofrecen, con mi vida y con la vida.
Cuando la realidad de la vida está fuera y es vivir. Vivir sin un guión.
Aunque parezca absurdo, la lluvia que cae detrás de mi ventana, se que es real. Sé que está ahí porque la estoy viendo, puedo tocarla y sé que cuando salga me voy a mojar sino me abrigo.
Esto sé que es real y es lo que debe tenerme ocupada y centrada.
por Valentín Pablos Baranda | Nov 26, 2019
Tengo un cáncer en mi sistema.
¿Qué es lo que estoy haciendo mal?
¿De dónde surgen comentarios, “difamaciones”, problemas, “malentendidos”?
Mi entorno.
Te ha sucedido alguna vez que en tu entorno tienes una sensación rara.
¿Has sentido una atmósfera densa, donde las personas que te rodean actúan de forma extraña?
De repente desconfían o tienen una opinión equivocada sobre ti, sin ningún fundamento objetivo.
Un día, cuando todo iba bien y donde las relaciones fluían, todo cambia y las personas que tenías a tu lado, te dan la espalda sin ninguna explicación.
Una explicación.
La situación normal es buscar una aclaración.
“Lógico” ya que no entiendes nada del asunto.
Cayendo en la ingenuidad de pensar, “es un mal entendido”, “qué esta pasando” o simplemente “mejor lo dejo pasar”.
Aislamiento personal.
Dejarlo pasar, puede llevar en muchos casos a un aislamiento social, que otros atribuyen a una voluntad de aislarte o protegerte, por falta de interés para sociabilizar.
En este caso no va a haber explicación o diálogo entre las partes, porque alguien ya se ha ocupado de hacerlo por ti.
Así se consigue el aislamiento y la falta de contraste de la información y de la realidad. Y aquí es donde empieza la gran manipulación.
Pruebas, juicio y sentencia.
Llegados a este punto, otra persona u otras personas se habrán encargado de dar una serie de detalles y explicaciones sin estar presente para poder defenderte.
Estas explicaciones, habrán sido las pruebas, el juicio y la sentencia.
Rechazo y enfrentamiento.
Llegados a este punto lo único que puedes conseguir es mayor rechazo.
Lo que no sabes es que cualquier cosa que hagas o digas puede ser utilizada en tu contra y lo que no hagas, también.
Infección.
Y es entonces cuando el “veneno está ya dentro” y como todo veneno, infecta las células y órganos principales, de un organismo que antes estaba vivo.
Los órganos, enferman, obligando a una intervención quirúrgica de extirpación y aislamiento del elemento patógeno. Que antes de estar infectado era mi riñón, mi pulmón, mi intestino, mi vesícula. Gracias a los cuales podía hacer una vida normal.
Aceptación.
Llegados a este punto tengo que aceptar el que no voy a volver a recuperar el contacto normal con mi maestra, a la que admiraba, con mi mujer a la que amaba o con mi amiga, confidente.
Aquí es cuando me doy cuenta, después del aislamiento, que sólo me queda el recuerdo de los momentos bonitos, que compartí con esas personas.
Relaciones saludables.
Esto podrá ir a más, mayor aislamiento, mayor rechazo, menor número de oportunidades o quizá tengas la suerte de verte reforzada por el apoyo de un grupo de personas o por una persona, fuerte, que sea capaz de pensar por si misma y de no dejarse llevar por las difamaciones. Una persona, que crea en ti.
Testimonio.
«Me he visto en problemas y no se de dónde vienen. En el trabajo, con mi jefe, con mis compañeros o incluso con mi pareja o con una buena amiga o cliente. Con mi maestra o mentora a la que tanto admiraba».
Pregunta retórica.
Si tuviera que definir a una persona, sin conciencia. Una persona que carezca de la capacidad de empatía. ¿Cómo la definiría?
por Valentín Pablos Baranda | Nov 20, 2019
Compañeros de viaje, actos de amor.
Amigas de viaje,
compañeras que se han encontrado y han compartido.
Todos han llegado al final de sus caminos,
con las mochilas cargadas,
que ahora han vaciado.
Compañeras de viaje.
Parejas que se han conocido en el camino, ríen y se dan abrazos.
Parece que estas personas están vivas, llenas de ilusión.
No estoy en ese mundo gris y oscuro del que muchas personas me hablan. Y me intentan hacer creer que vivo.
Ahora soy yo quien está en el camino.
Me siento sola.
Me levanto temprano, me lavo la cara y pienso. -¡Lo que me espera!
Me coloco las botas y a caminar.
No es tan fácil como parece al principio, pero me acabo acostumbrando.
Empiezo poco a poco, me duelen los pies.
Después de mucho caminar, me acostumbro y me dejan de doler.
Todo en esta vida es acostumbrarse.
La costumbre nos hace seres pacíficos, adaptables y aceptables.
Mientras camino.
Me doy cuenta de que hago mis propias reflexiones. Hablar con otras personas me ayuda a tener una perspectiva más amplia del mundo y de la vida.
Desde mi punto de vista, la costumbre me hizo, acostumbrarme a todo. Y eso, es para mí, un peligro.
Tan malo es acostumbrarme a lo bueno, como acostumbrarme a lo malo.
Acostumbrarme para mí, supuso olvidar muchos sueños.
Ahora recuerdo.
Cuando alguien me dijo, -va! déjalo mejor para otro día.
Quien me dijo, -Mejor no te molestes.
Creo que mejor me podían haber dicho, -mejor moléstate y no te rindas.
Pienso ahora que quizá ese es el problema, -¿cuántas personas se molestaron con mis sueños? Cuantas veces tuve que acostumbrarme de nuevo a la monotonía. A la costumbre de evitar arriesgarme, cansarme, pasar frío… sentir.
Evitar creer en el amor y en los actos de bondad, porque había gente a la que le molestaba.
Siento de nuevo.
Si estos días estoy pasando frío y tengo miedo de sentir amor y ser vulnerable. De enfrentarme a las personas que no creen y que sólo les interesa hacerme ver el mundo de forma violenta, que olvide y renuncie a mis sueños. ¡Esa es su realidad y no la mía!
Qué gran poder el que ejercían sobre mí aquellas personas que me hicieron renunciar al amor, porque ellas no creían en él o nunca lo vivieron.
Tengo miedo.
Por primera vez tengo miedo, o quizá, tengo el valor de admitir que tengo miedo, de cambiar realmente mi mundo.
Me acuerdo de una frase que dice, «si tienes miedo es porque estás viva», el miedo te advierte de que no es un sueño, el miedo te mantiene alerta y despierta. El miedo realmente te está diciendo que quizás, te has atrevido a salir de la costumbre.
Tenía miedo de darme cuenta de que el mundo está construido con actos de amor. De abrir los ojos y ver el mundo de forma diferente. De abrir puertas, en vez de cerrarlas. Comprobar que el amor existe, supone perdonar y ser consciente de que quizá era yo la que necesitaba cerrar los ojos.
Cerrando los ojos, todo es más fácil, porque así no tengo que enfrentarme a la realidad. Ahora me asalta una duda, ¿a quién le interesa que las personas tengamos los ojos cerrados? ¿Qué beneficio sacan?
Soy la víctima que me hicieron creer. Sí, soy su víctima. Víctima de su realidad, de la realidad que me hicieron creer, que no era la mía. Una realidad que en el fondo me estaba separando de lo que de verdad deseaba, de mi vida.
Me toca aprender y empezar a ver las cosas desde el principio. Siento que mi mochila es más ligera, siento perdón y respeto.
Quizá uno de los secretos de la vida está en aprender a ser responsables y a caminar libremente sin hacer daño a otras personas.
por Valentín Pablos Baranda | Nov 6, 2019
Ruta.
Como el camino de la vida,
todo es moverse.
Ahora me siento una nómada.
Algo corre por mi interior.
Estar sentada es sentir morirme.
Moverme es vivir.
No quiero morir más tiempo
atada a una cadena,
que no me deja vivir.
“Objetivo”.
-Tengo un objetivo. -Voy a hacer una ruta de varios días caminando. Creo que esto me va a ayudar a sentirme mejor. Tengo ilusión por hacerlo.
-¿Para qué quieres hacer este viaje, esta ruta?
-Pues creo que me va a sentar bien.
-Me siento inmóvil, necesito moverme.
-Necesito moverme en todos los sentidos. Es como si me sintiera inquieta al estar parada. Necesito estar con mas personas, enriquecerme, hablar…
-¿Qué más necesitas?
-Salir al mundo
-Esta es mi ilusión, andar, moverme. No puedo estar parada más tiempo. Ahora que empiezo a disfrutar lo que es vivir. Tengo que experimentar y que disfrutar.
-Podrías cambiar el “tengo que experimentar”, por me gustaría experimentar.
-Me gustaría experimentar.
-¿Cómo te suena ahora esto? Sientes algo diferente. Qué ha cambiado en tu frase.
-No sé que decirte, le dije a la coach, -¿Cuál es la diferencia?
-Cuando decimos «tengo que», es como una imposición, supone que tenemos la creencia de que “tenemos que hacer algo”. En cambio, cuando eliges, lo haces desde la libertad personal. Podría ser un error que estemos trabajando un proceso o un objetivo desde la necesidad. Lo importante es que seas libre para poder hacer y elegir lo que desees. Ese es el verdadero proceso, para poder marcarte objetivos, que vallas a realizar.
-Vamos a hacer un ejercicio, -me dijo la coach, -cierra los ojos y cuéntame, ¿qué es lo que te llega de esa ruta?. ¿Cómo la percibes o qué sensaciones tienes.?
-Siento que voy a hacer algo que se salga de lo común para mí.
¿Qué es lo que puedo hacer en ese viaje?
Entonces me vi con mi mochila cargando en medio de la nada.
-Me siento como un perrillo sin dueño, que no sabe a donde ir.
En un principio me parecía una idea muy fácil. Salir a caminar unos días, hacer rutas, conocer gente.
Me emociona ver a otras personas, cuando completan sus caminos.
Me gusta ver sus caras felices, cuando llegan. Ver cómo por un momento se pueden sentir libres. La complicidad que tienen, para marcarse un objetivo común.
Para mí son libres y se les nota, en cómo ríen y en cómo se mueven.
No hay nada como la libertad.