Poco a poco vamos creciendo y nos damos cuenta de que no todo es color de rosas, y muchas veces tenemos más gamas de grises que de rosas.
De pequeños todos soñamos con una vida ideal, un trabajo perfecto, la casa de nuestros sueños, una mujer o un marido estupendo, con dos hijos guapísimos y un perro que quede perfecto en la foto familiar anual, pero… ¿cuánto tardas en darte cuenta de que esa vida soñada, ya no la quieres? De que poco a poco te vas conociendo y encontrando qué es lo que verdaderamente quieres.
Normalmente en la adolescencia empiezas a descubrirte un poco más, a encontrar tus gustos, tus preferencias, tus competencias, y es ahí dónde poco a poco vas marcando tu rumbo. Pero, ¿y qué pasa si no nos gusta lo que nos encontramos?.
Pues resulta tan obvio, que a veces nos cuesta. Cambiar, reconectar, volver a intentar, y así hasta que verdaderamente nos vayamos descubriendo. Y es que el mero hecho de conocerse, ya de por sí es un acto de valentía, porque solamente tú vas a estar contigo mismo.
A día de hoy es súper importante saber quién eres y conocerte a ti. Vivimos en una sociedad en la que queremos ser aceptados por la mayoría, y con toda la tecnología que tenemos a nuestro alcance, todos tenemos esas figuras idealizadas en las que nos queremos convertir, y nos dejamos atrás a nosotros mismos.
Enfréntate a tus miedos, a tus fantasmas, crece, encuéntrate. Haz un camino de autorrealización personal. Nunca te compares, cada uno madura y vive a su debido tiempo, porque nunca dejamos de conocernos, seguimos creciendo, madurando y aprendiendo a medida que nos vamos haciendo mayores.
Como dijo Virginia Woolf: “No hay necesidad de apresurarse, no hay necesidad de brillar, no es necesario ser nadie más que uno mismo”.
Muy buena reflexión Álvaro, es importante conocernos a nosotros mismos, entender nuestras fortalezas para sacarles el mayor provecho y conocer nuestras debilidades para aprender a gestionarlas de la mejor manera.
Gracias por tomarte el tiempo de compartir este post.