¿Cómo podíamos vivir antes sin WhatsApp?
Sin intención de dar imagen de dinosaurio prehistórico, hasta hace poco, aunque no os acordéis: vivíamos sin WhatsApp!!!,
Aún recuerdo la ilusión que me hacía recibir esos SMS en mi primer móvil: no muchos, porque en nada agotabas el «saldo» jajajaja Y con caracteres limitados, así que tenías que pensar muy bien lo que escribías.
Hasta no hace mucho, la verdad es que tampoco le hacía caso a los WhatsApp que recibía: quién me enviaba los SMS hace ya casi 19 años, ahora me llama 😉 Y el móvil la verdad, es que para mi es una herramienta de trabajo, lo utilizaba casi exclusivamente para recibir y hacer llamadas y gestionar el correo electrónico cuando estaba fuera de la oficina.
Sin embargo, hace un tiempo, empecé a recibir muuuuuuuuchos mensajes de una persona que me alegraba los días grises que por aquel entonces vivía. Como solía ignorar los WhatsApp, decidí ponerle un sonido diferente: así sabría que eran suyos, los leería y respondería.
Durante muchos meses escuchar ese sonido, dibujaba en mi cara una gran sonrisa. Cuántas alegrías me daba WhatsApp! No eran mensajes transcendentales, ni profundos, ni románticos ni mucho menos. Simplemente tonterías de niños que me ayudaban a desconectar del «mundo de los mayores». Una amistad que creí sincera, y que para mi fue un gran apoyo en ese momento.
Sin quererlo, recibir esos cientos de mensajes, con su peculiar sonido, se convirtieron en un hábito.
Pero llegó el día en que dejé de recibirlos 😕 , y dejé de escuchar también ese sonido… Casualidades o no, fue justo en el peor momento; de los momentos más duros que recuerdo haber vivido.
Resultó que la amistad no era tan sincera, ni era tanto el apoyo… En un post anterior, hablábamos de equivocarse al elegir amistades, ¿recordáis? pues fue este caso. APRENDIZAJE!!! (Podéis leerlo pinchando aquí.)
Necesitaba recuperar mis ánimos, mi energía, volver a ser YO, volver a sonreír.
En otras ocasiones os hemos hablado de los anclajes emocionales: recuperar emociones que hemos sentido en otro momento de nuestra vida. Aunque es una herramienta sencilla, necesita un entrenamiento para tener unos resultados óptimos. Si estáis interesados en conocerla, poneos en contacto con nosotros y os descubriremos sus beneficios.
Necesitaba recuperar esa alegría que había sentido en otros momentos de mi vida, pero no necesariamente a esa persona: si no había estado en los momentos difíciles, ya no merecía la pena que estuviese.
¿Cómo podía hacer para recuperar esa emoción?
Recientemente, en un viaje con una amiga, mientras íbamos en el coche, empezó a recibir WhatsApps… En ese momento las lágrimas recorrían mis mejillas por la conversación que estábamos teniendo. Pero sus mensajes sonaban como los que un día me hicieron sonreír tanto! Y por «arte de magia», la sonrisa se volvió a dibujar en mi cara. ¿Qué estaba pasando?
Sin quererlo, ese sonido del móvil, se había anclado en mi cabeza, asociado a una emoción muy positiva.
Las últimas semanas habían sido muy tristes, incluso dejé de escuchar música, que los que me conocéis sabéis que es muy importante para mi.
Quería estar bien, pero los duelos es necesario pasarlos y estaba aún en esa fase.
¿Y por qué no ponerle ese sonido que me hacía tan feliz a los WhatsApp de mi amiga? Lleva media vida a mi lado, y sin duda sus mensajes son siempre de lo más interesantes 😉
Y así hice! De nuevo Whatsapp me vuelve a dar alegrías, me hace sonreír otra vez. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
A veces las cosas más simples, son las que mejor nos hacen sentir. Si todos aprendiésemos a apreciar el valor de las pequeñas cosas, sin duda seríamos más FELICES.
Y vosotros, ¿tenéis algún anclaje emocional que desconocíais?, ¿Queréis aprender a hacerlos?